viernes, julio 21, 2006

Club Jazz Mary Street.... Calle 42...

Saque la pitillera y encendí otro cigarro... La música del piano sonaba a jazz... el ambiente viciado, con humo y alcohol para quien quisiera en grandes cantidades... y al final del todo apenas un suspiro... Tu media melena francesa a lo bailarina de can-can... tu acento... tu todo tú y mi medio yo... – ¿No se quita el sombrero?- aquella fue la primera frase que me dijiste en aquella noche... con tu acento... – Perdone señor... creo que el sombrero aquí le sobra... no va a llover entre estas paredes...- y ciertamente puede que no fuera a llover... yo seguía con el pitillo en la boca... sin dirigir una palabra a aquella morena de melena francesa a lo bailarina de can-can... di una segunda y una tercera calada al cigarrillo antes de hablarla...- ¿Fuma?- dije mientras le ofrecía mi pitillera plateada... – Nunca delante de un hombre... así que creo que cogeré uno... ¿me permite?- y cogiendo con dos dedos mi cigarro, encendió el suyo... – Debería quitarse el sombrero... como le he dicho...- - Lo sé, no va a llover...- y sin embargo... por dentro empezaban a atronar los sentimientos... – Así es... no lloverá... – Había estado muchas noches en aquel bar... el Mary Street de la calle 42... las veladas de jazz en las voces negras acompañadas por el piano... el whisky doble sin hielo... el mismo olor a media melena francesa a lo bailarina de can-can pero había algo en esos ojos que los hacían distintos... Su forma de ser... su descortesía... su insulto al no considerarme un hombre... Sabía que esa mujer no era para mí... Sabía de antemano que me causaría problemas... pero había estado muchas veces en el Mary Street de la calle 42, y siempre y nunca estaba ella... siempre al final de la misma barra... con su copa en una mano dando vueltas a los que parecía ser una aceituna... siempre rodeada de hombres guapos... con dinero... pretendiendo alimentar de vanidad los oídos de las guapas princesas... y yo nunca entre ellos... siempre me conformaba con damas de corte... asequibles a mi bolsillo y a mis intereses... – Creo que nos hemos visto antes- la media melena francesa duda de si nos hemos visto antes... – No lo creo... es la primera vez que vengo por aquí.- - ¿Está seguro?- - ¿Cree que podría olvidar un rostro como el suyo?- En ese momento la media melena francesa apaga su pitillo a medio consumir... – ¿Sabe una cosa...?- me dice mirándome por primera vez directamente a los ojos – se le da terriblemente mal mentir.- Mientras me decía esto mi mente se iba una y otra vez al humo grisáceo que salía de su cigarro recién apagado... ¿qué quería decir con ese gesto? ¿Por qué? ¿cómo sabía que mentía? - ¿le ocurre algo?- - ¿Cuál es su motivo para desconfiar de mi palabra señorita?- - ¿Cree que no lo he visto todas estas noches?, siempre con su mismo sombrero... con su misma pitillera plateada... sus miradas furtivas hacia el final de mi barra... hacía tiempo que le estaba esperando... - - ¿y qué me dice de esos hombres que la rodean día y noche?- - Con ellos sólo fumo... gasto su tabaco... ellos se divierten, y yo me aburro pensando en hombres que miran furtivamente al final de la barra...- - Entonces...- dudo... Es la primera vez que tengo la certeza de que la media melena francesa se había fijado en mí... – Entonces...- No me salen las palabras... Me quito por primera vez el sombrero mientras ella se ríe... – Tienes otro cigarro amor- Saco la pitillera plateada del bolsillo derecho de la chaqueta y le ofrezco un cigarro... Vuelve a quitarme lo poco que queda del mío y enciende el suyo... – ¿Qué van a tomar?- pregunta desde el otro lado de la barra un hombre recio ya mayor... o al menos demasiado envejecido para la edad que debía tener... – Yo un whisky doble sin hielo... y la señorita...- - lo de siempre- - y la señorita lo de siempre por favor- Dejo un billete en la barra lo suficientemente suculento para pagar mis caprichos y los caprichos de la media melena francesa... – y bien- sugiero - ¿qué trae a una dama como usted a un sitio como este?- sonríe forzada... da una larga calada a su cigarro y un buen sorbo a la copa incolora que le acaban de servir... Mirando al frente... dirigiéndose a todos o a ningunono... – Encanto, ¿qué puede traer a alguien como yo a un sitio como este?- - pero- intento proseguir pero me calla- no lo sé...- Es la primera vez en toda la noche, que con el sombrero ya quitado, la veo dudar... Por primera vez la veo débil y confusa... zozobrante... sin embargo cuando trato de hacerla una caricia se muestra esquiva y replica – por favor, soy una dama- al momento vuelve a apagar su cigarro, a medio consumir... y se gira nerviosa hacia mí... – y a usted... ¿qué le trae a un hombre como usted a un sitio como este?- he de decir que en cierta medida me esperaba la pregunta... podría, en ese momento, haberla respondido la verdad... que sólo iba allí para poder ver al final de la barra una media melena francesa... rodeada de hombres que nunca serían él... con unos ojos distintos a todos los que había visto... podría haberle dicho la verdad y decirle que siempre y nunca había estado allí, en el Mary Street, acompañado por las notas improvisadas del jazz, y que cada día que iba era un descubrimiento nuevo, pero siempre había una media melena francesa al final de una barra... podía haberle hablado de la calidad del whisky de aquel bar... siempre doble y sin hielo, pero siempre brindaba a la salud de una media melena francesa... podría haberle contestado con un... sólo vengo por ti... sólo tú me traes cada noche a beber el humo de este bar... con la esperanza de que un día beba algo más que humo... podría haberle dicho que iba hasta allí para acompañar sus sueños... para ver como caían los hombres más guapos que intentaban comprar princesas... pero no lo hizo... – la música es buena, hay buen ambiente, mujeres guapas, y me pilla cerca del antro donde vivo- - ¿vives cerca?- acababa de sacar mi pitillera para encenderme mi segundo cigarro... cortésmente ofrecí uno a la media melena francesa que no dudo en aceptarlo... después de encender los respectivos pitillos, esta vez con la ayuda de unas cerillas, me hice el despistado...- preguntaste si vivía cerca, ¿no es así?- una mirada pícara pero seria, una leve sonrisa... – así era- - Vivo en la 45, en la esquina con Prince... si quisieras...- Pero no... hizo oídos sordos a mi propuesta... y entonces lo vi claro... Con ellos sólo fumo... gasto su tabaco... ellos se divierten, y yo me aburro pensando en hombres que miran furtivamente al final de la barra... De repente la veo robar miradas furtivas... Apago mi cigarro y me pongo el sombrero... bebo de un trago lo que me queda del whisky doble... y mientras la media melena francesa comienza a reírse, me dirijo a mi esquina de la 45 con Prince... más cansado... más borracho... y más sólo que otras noches... y sin embargo... al día siguiente... aunque no quiera... a las puertas del Mary Street... para robar el aire que respira la media melena francesa... para volver a beber un whisky doble sin hielos... sabiendo que la única forma de estar con ella, es mirando al final de la barra, mientras hombres guapos que nunca serán yo tratan de comprarla con tabaco y copas de lo de siempre... y así me siento observado... y yo la miro... y ambos sonreímos... sin embargo mi sonrisa es triste... y la suya... la suya es más triste todavía... más forzada... y completamente vacía... aún así, tengo derecho a mirarla... que mis tres cigarrillos me ha costado... y el orgullo de quitarme por primera vez el sombrero dentro de aquel antro... donde atronaron los sentimientos... y yo evidentemente... me mojé...