lunes, marzo 20, 2006

A falta de luz... buenas son sombras...



Suenan vientos de cambio a este lado de la cueva. Comentaban que a falta de luz, buenas son sombras, y durante cierto tiempo nos alimentamos únicamente de ellas. Sin embargo, se cansaron de servir como comida de sueños y la luz fue entrando nuevamente a teñir de colores grises las grietas de esta casa. Cada nuevo día daba un sabor distinto. Unos días, los primeros, eran optimistas, aventureros. No dudaban en explorar los rincones más cercanos a la puerta, pero pronto, se fueron aburguesando y se establecieron en casas con ventanas a lo desconocido. Yo les miraba con curiosidad. Tanto decir que a falta de luz, buenas son sombras, y las sombras se iban yendo para dejar entrar la luz, sin embargo, yo no conocía la luz, y me había acostumbrado al sabor áspero de las sombras. Tantas sombras perdidas. La cosecha de todo el año de sombras se había ido al traste por una sequía de oscuridad. Tanto esfuerzo perdido por perderme. Empezaba a plantearme seriamente eso de las sombras y la luz, y si eso de la luz no sería alguna estratagema del gobierno para tenernos contentos con cosas secundarias... Yo estaba decidido, volvería a mi oscuridad. Decidí profundizar en la cueva, llegar hasta el final. Allí la luz no podría entrar jamás, se moriría de miedo... y yo... yo quizá... de soledad.